Woody Allen, amado por unos y odiado por otros. A sus 76 años nos demuestra, que puede reinventarse y que todavía tiene mucho que escribir sobre los problemas del ser humano.
Personalmente, soy de los que me encantan sus películas, admiro su manera de contar historias, su brillante e inteligente sentido del humor y la forma de mostrarnos los defectos y dificultades que tenemos los seres humanos al relacionarnos con los demás. (Padres, hijos, amigos, familiares, etc.)
En está ocasión, regresa con Midnight in Paris, una inteligente comedia romántica con excelente sentido del humor y muy buenos diálogos.
La película inicia con diferentes imágenes sobre París, presentando la ciudad y creando la atmósfera indicada para que la historia pueda desarrollarse. Se muestran los lugares típicos de la ciudad con una fotografía increíble.
Desde el comienzo, Allen nos presenta a los dos protagonistas y detalla muy bien el entorno social en el que viven. Por un lado, Gil Pender (Owen Wilson) es un escritor que tiene un buen trabajo como guionista en Hollywood, pero que desea ser novelista, Inez (Rachel McAdams) es la futura esposa de Gil, rica y muy superficial. Ambos van a Paris de vacaciones con los padres de ella, prototipos del gringo republicano, e igual de superficiales que la hija.
Gil es un nostálgico y está convencido que la década de los 20's fue la época dorada de la humanidad. Una noche, con unas copitas encima, Gil es invitado a recorrer la ciudad en un viejo automóvil, el cual es como una especie de portal que lo regresa a París en los años 20.
Durante sus “regresiones” conoce a gigantescas figuras del arte y la cultura, algunas de ellas interpretadas por conocidos actores como Gertrude Stein (Kathy Bates), Salvador Dalí (increíble cameo de Adrien Brody, quien ya ha trabajado con Owen en Darjeeling Limited y hacen una excelente mancuerna), además de con Scott y Zelda Fitzgerald, Hemingway, Picasso, Man Ray, Modigliani, Toulouse-Lautrec, Degas y Buñuel, entre otros.
Un reparto bien logrado, destacando Owen Wilson en el papel protagónico, quien tiene algo de ese Woody Allen que hemos visto cuando actúa en sus películas; todo el tiempo está en la pantalla, y participa en todas las escenas del film, y no cansa un solo segundo, desarrolla bien la identidad de su papel y además de hacer una imitación de Woody Allen, logra imprimirle su propio estilo. Espero que Owen no deje de hacer este tipo de papeles y se dedique a trabajar con directores “independientes”, los papeles le quedan como anillo al dedo y es donde más luce.
El humor, como en toda película de Allen, es un protagonista más, y es en los viajes al pasado donde está lo más interesante de la película.
Midnight in Paris es una película nostálgica, que habla del inconformismo que tenemos los humanos en pensar que el pasado siempre fue mejor al presente, es una cinta para los amantes del arte y de la ciudad de París.
100% Recomendable, le pongo un 9. ¿Y tú?
Completamente de acuerdo!! Me pareció fantástica la elección de Adrien Brody como Dalí... Nunca le había visto el parecido. Me dejó muy buen sabor la peli. Yo también le pongo 9!
ResponderEliminarCoincido en la gigantesca fotografía de la primera secuencia de la película, que dicho sea de paso, es una síntesis de la tesis propuesta. En la secuencia, París, con toda su majestuosidad e interminables atractivos, va pasando por las diferentes etapas del día hasta llegar, presumiblemente antes de la media noche, a una increíble toma de la Torre, apenas la segunda en dicha secuencia y la primera como elemento principal. El espectador entra a la magia de la película.
ResponderEliminarCoincido también en que la problemática de la película, debajo de una simple y quizás predecible buena comedia romántica, es el ser humano; sus problemas existenciales, el sentimiento de vacío en la época que vive y la fácil respuesta de creer encontrar la plenitud en una época pasada. La idea no es nueva, creo que la forma de exponerla sí.
La necesidad del director de plasmar en el personaje principal los elementos de su propia personalidad me deja un sentimiento ambivalente, por un lado la animadversión a la pretensión de Woody Allen de crear un estereotipo de su forma de ser, ir por la fórmula que se conoce y se sabe que funciona, por el otro, la frescura de un actor que logra, como dice el autor de este blog: “desarrollar bien la identidad de su papel y además hacer una imitación de Woody Allen con su propio estilo”.
Maravillosa Adriana, personaje cuya mención especial se le escapa al maestro de este blog, y que motiva mi comentario. Personaje interpretado por la ganadora del oscar Marion Cotillard (La vida en Rosa), da el sustento a la historia y complementa la belleza del París de los 20’s. Los ojos de esta mujer son la cereza en el pastel. El beso que Gil le roba durante la caminata nocturna es digno de los besos de París.
Grande el giro que nos regala el guionista-director al introducirnos en un nuevo nivel, La Belle Époque, y romper la expectativa romántica de esta comedia cuando Adriana se despide de Gil. Simple, “parce que esto es todo, adiós”.
Último toque de genialidad, con le marco de las campanadas mágicas, Gil encuentra a la vendedora de discos. Ella viene de visitar a unos amigos, ella recuerda a Gil por haber conseguido un nuevo registro de Cole Porter, a ella le gusta caminar en París mientras llueve. Allen nos dice “hay que hacerlo, hay que enamorarnos”.
Excelente comentario!! Coincido completamente. Olvidé escribir sobre Adriana quien definitivamente da sustento y es la musa de la historia.
ResponderEliminarGracias por la aportación!!